Nevaba y hacía frio. Mucho frio. Estaba en una
cantina de Lieja a la espera de recibir un destino. Hacía seis meses de mis
heridas en Normandía, me habían ascendido a Mayor y estaba recuperándome en el sector tranquilo
de la zona de la Ardenas. También estaban conmigo los paracaidistas Eritz y
Aitite, descansando después de la fracasada operación Market Garden y otro
herido de Normandía. En este caso, mi tocayo, el teniente Eneko Fireball, de la
7ª división blindada. Matábamos el tiempo jugando a las cartas y bebiendo
cognac francés. Parecía que la guerra iba terminando poco a poco y no había
prisa por otorgar los destinos. Se oía artillería lejana pero no nos preocupaba
hasta que un teniente de infantería del 99 abrió la puerta del bar y gritó:
- Alemanes, cientos de ellos!!!. Están atacando y
han roto las líneas del frente por varios sitios.
Salimos en tropel, el cabo Xabier se acercó a Eritz
y le dijo que sus hombre tenían que desplazarse hacia el sur, hacia Bastogne.
Fireball corrió hacia sus blindados y Aitite y yo como no teníamos destino nos unimos a los
paracaidistas. Montamos en varios camiones y salimos del pueblo escoltados por
la 7ª blindada. Eneko salió de su tanque y nos comentó:
- Mi división y la 9ª debe ir a reforzar St Vith.
Bajaremos siguiendo el rio Ourthe.
Así lo hicimos.
Durante bastantes kilómetros solo nieve y mas nieve, pero de pronto saltó la
alarma. Por la ribera oeste del rio parecieron tanques. Se dirigían al puente
que había pocos kilómetros más allá. Salieron del bosque y empezaron a dispararrnos.
Era todo un grupo blindado, aunque no de Tigers, sino de Panzers. Me asomé la
parte trasera del camión y vi como avanzaban. El líder llevaba una especie de
martillo dibujado debajo de su número, el 454 y fue el primero que disparó por
encima del rio. Los Sherman se adelantaron para el combate y proteger nuestro
paso. Dos de ellos dispararon sus proyectiles pero aunque uno impactó ene l
Panzer, no logró destruirlo y volvió a responder. El Sherman botó pero pudo
reiniciar la marcha con el lateral abollado. El líder giró su torreta y apuntó
al convoy de camiones. Un fogonazo y delante nuestro una explosión y gritos.
Los camiones aceleraron buscando poner a los Sherman entre el enemigo y
nosotros. Uno de los Sherman se dejó sobrepasar y volvió a disparar. Al primer
tanque se le unieron tres mas y de detrás salieron una serie de soldados,
llegaron a la orilla y echaron rodilla en tierra. Asomó la boca de un Panzerfaust.
Nos apuntó y en ese momento, el tanque de Fireball escupió una bola de fuego.
Impactó en medio de la formación matando a todos. Nuestro camión pasó al lado
del destruido que yacía fuera del camino, completamente destrozado y con varios
cadáveres sobre él. Otro disparo alemán, silbido y explosión. Apuntaban a la
cabeza del convoy. Tres de los Sherman hicieron fuego al unísono. El tanque
líder dio un violento escorzo y pudo salvar la ráfaga pero quien no pudo
hacerlo fue el que iba detrás. Recibió dos impactos que lo dejaron inutilizado
aunque la tripulación pudo salir y resguardarse de las ametralladoras Browning
que intentaron acabar con ellos. Fuimos dejando atrás el combate. Ambos bandos
seguían disparando se mutuamente pero nadie se atrevía a cruzar el puente por lo vulnerable de su posición. Uno
de los Sherman trató de acercarse a la orilla. El tanque líder echó un trecho
hacia atrás, se movió hacia la izquierda y disparó. El proyectil del 76 se
incrustó en la parte delantera, explotó y el tanque empezó a circular sin
control envuelto en fuego. Se oían gritos desesperados pero nadie pudo salir
antes de que el tanque cayera a las heladas aguas del rio. El peso del tanque
resquebrajó el hielo y se precipitó hacia el fondo con tripulantes incluidos.
Apretamos los dientes pues no podíamos hacer por ellos, salvo vengarlos a la
primera oportunidad. Sin embargo, algunos no pensaron igual. El último camión
dio un frenazo y de él se bajó un grupo de soldados. Bajaban con un bazooka.
Apuntaron sobre uno de los Panzers que estaba de perfil, cañoneando a los
Sherman y dispararon. La granada salió alta y metieron otra. Volvieron a
disparar mientras yo pensaba nervioso que estaban tentando a la suerte. La
granada le dio al tanque en la parte trasera. Ahí, los tanquistas se
apercibieron de donde venía el fuego. Metieron una tercera granada pero vieron
con terror que le tanque giraba lentamente, como un dragón a la espera de cazar
su presa. Con un chirrido el monstruo de acero colocó su cañón orientado al
camión. Este, salió de estampida en cuanto los soldados subieron a trompicones
a bordo. Tarde. Un solo disparo del Panzer, el proyectil atravesó la parte de
atrás pasando por encima de las cabezas de los encogidos soldados y explotó al
impactar en la cabina. El camión salió despedido hacia adelante dando la vuelta
en el aire y cayendo, en llamas, con las ruedas hacia arriba. Insensatos. Solo
habían conseguido morir inútilmente. Poco a poco fuimos dejando la lucha en la
nieve y seguimos avanzando. Llegamos a una posición de control. Nos
indicaron que los alemanes estaban atacando con todo. Bajamos de los camiones
para desuntemecer los músculos y nos encontramos con una fila de enorme de
soldados que iban en dirección contraria. Nos quedamos extrañados. Algunos de la
101 les comentaban que le camino era para el otro lado. Muchos iban idos y en shock. Se les notaba
fuertemente impresionados por su bautismo de fuego. Les pedimos armas y
munición y nos la cedieron. Uno de ellos nos comentó:
-
Vais a quedar aislados.
Eritz, le cogió la
Thompson y replicó:
-
Somos paracaidistas, estar
aislado es nuestro pan de cada día.
Volvimos a montar en
camiones y al atardecer llegamos a Bastogne. Nos dirigimos a hablar con, el
hombre al mando de la 101. Nos contempló un momento y luego nos señaló hacia la
armería:
-Necesitamos toda clase
de ayuda. Sector oeste, cojan lo que necesiten y háganse una posición.
Hicimos lo que nos
dijo. Ya armados, buscamos un hueco entre los diversos pozos de tirador y
plantamos la Browning. Varios hombres
saludaron a Eritz con amabilidad. Cavamos una zanja profunda y nos hicimos un
parapeto con troncos. Teníamos poca ropa de abrigo y eso me preocupaba. Eritz
salió un momento y vino con tres tazas de humeante café y con el cabo Xabier.
Nos calentamos y a lo lejos empezó a tronar un Nebelwerfer. Caían lejos pero se
acercaban. Me arrebujé en mi gabán y me dispuse a dormir. Aitite, que estaba
oteando a lo lejos, se dio la vuelta y me preguntó:
-
Como puedes estar tan tranquilo y
dormir en este momento, en unas horas tendremos a los klaus encima nuestro.
-
No corras, si puedes andar, no
andes si puedes estar de pie, no estés de pie si puedes sentarte, no te sientes
si puedes tumbarte y no te tumbes si puedes dormir.
Mi hermano terminó la
frase que un marine nos enseñó- Y nunca, nunca ofrezcas agua potable.
Pasaron las horas
lentamente. Anocheció y establecimos guardias. Fue una noche tranquila pero al
rayar el alba fuertes explosiones me sacaron de mi sopor. La artillería alemana
se estaba empleando a conciencia. Los pocos que estaban fuera se lanzaron de
cabeza a sus pozos. Nos acurrucamos dentro de ellos. La bombas caían a nuestro
alrededor y pronto empezaron los gritos y los llamamientos a sanitarios cuando
la metralla alcanzaba a uno de los nuestros. El oído se nos taponó del
estruendo. Una de las bombas cayó delante de nuestro parapeto y nos enterró en
una lluvia de terrones de tierra..La siguiente dio un poco más atrás. Nos
limpiamos la tierra y me asomé. Todo era un mar de explosiones. Pero había que
estar atento. Al poco rato distinguí un traqueteo. Algo se acercaba. Se
acabaron la explosiones. Nos pitaban los tímpanos. Volví a asomarme y vi varias
figuras, corriendo entre los socavones.
-
Atención!!!! Enemigo a las
11!!!!!
Xabier armó la Browning
y disparé. Los alemanes se refugiaron tras los árboles. Y nos llevamos una
desagradable sorpresa. Dos de ellos cruzaron de árbol a árbol hacia la derecha
y nos dispararon en carrera. Con una puntería letal. Las balas barrieron
nuestra protección y si no estamos rápidos, nos agujerean la cabeza. El arma
con el que nos disparaban me era totalmente desconocida. No era un Gewehr por
su cadencia pero tampoco era una de las MP por su precisión. Las ametralladoras
alemanas no se caracterizaban por su facilidad para dar en el blanco. Tenía que
ser un fuego granado para ser efectivo. Si todos empleaban ese arma íbamos a
tener problemas. Por otros pozos también intercambio de disparos. Aitite
disparó al lugar donde estaban los mas cercanos, sacando astillas del árbol. Se
asomó uno y disparó. Luego lanzó una granada. Se quedó corta pero tuvimos que
agacharnos. Tras su explosión, se acercaron tres mas por la izquierda. Eritz
sacó su arma y le dio a uno en el pecho. Yo salí bruscamente, agarré la
ametralladora y les destrocé la cabeza con una ráfaga. Me tuve que dejar caer
porque dispararon desde la derecha. Aititte y yo volvimos a replicar. Con la
Browning en posición vigilé ambos flancos. Salió alguien de la izquierda. Torcí
mi arma y disparé. Solo lo herí pero tuvo que resguardarse de nuevo. De pronto
se oyó una fuerte voz en alemán y salieron a la carrera tirando granadas. Antes
de verlas caer, disparé y aunque enterré mi cabeza entre los hombros seguí
disparando para tratar de evitar el asalto. Las granadas explotaron y nos cayó encima un manto de nieve y tierra.
Sacudí la caeza y volví a apuntar. Dos
alemanes estaban ya cerca. Accioné el gatillo y ambos cayeron con las balas que
les metí en el pecho. Detrás, uno de sus compatriotas nos disparó. Sus balas
pasaron muy cerca de mi cabeza. Moví mi arma hacia su posición pero tuve que
rectificar bruscamente porque percibí rápido movimiento al lado contrario, muy cerca. Casi
sin apuntar, mi ametralladora barrió tres alemanes. De los de la derecha se
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