miércoles, 18 de febrero de 2015

LAS ARDENAS CON LA INFANTERIA I

Nevaba y hacía frio. Mucho frio. Estaba en una cantina de Lieja a la espera de recibir un destino. Hacía seis meses de mis heridas en Normandía, me habían ascendido a Mayor  y estaba recuperándome en el sector tranquilo de la zona de la Ardenas. También estaban conmigo los paracaidistas Eritz y Aitite, descansando después de la fracasada operación Market Garden y otro herido de Normandía. En este caso, mi tocayo, el teniente Eneko Fireball, de la 7ª división blindada. Matábamos el tiempo jugando a las cartas y bebiendo cognac francés. Parecía que la guerra iba terminando poco a poco y no había prisa por otorgar los destinos. Se oía artillería lejana pero no nos preocupaba hasta que un teniente de infantería del 99 abrió la puerta del bar y gritó:
- Alemanes, cientos de ellos!!!. Están atacando y han roto las líneas del frente por varios sitios.
Salimos en tropel, el cabo Xabier se acercó a Eritz y le dijo que sus hombre tenían que desplazarse hacia el sur, hacia Bastogne. Fireball corrió hacia sus blindados y Aitite y yo  como no teníamos destino nos unimos a los paracaidistas. Montamos en varios camiones y salimos del pueblo escoltados por la 7ª blindada. Eneko salió de su tanque y nos comentó:
- Mi división y la 9ª debe ir a reforzar St Vith. Bajaremos  siguiendo el rio Ourthe.
Así lo hicimos. Durante bastantes kilómetros solo nieve y mas nieve, pero de pronto saltó la alarma. Por la ribera oeste del rio parecieron tanques. Se dirigían al puente que había pocos kilómetros más allá. Salieron del bosque y empezaron a dispararrnos. Era todo un grupo blindado, aunque no de Tigers, sino de Panzers. Me asomé la parte trasera del camión y vi como avanzaban. El líder llevaba una especie de martillo dibujado debajo de su número, el 454 y fue el primero que disparó por encima del rio. Los Sherman se adelantaron para el combate y proteger nuestro paso. Dos de ellos dispararon sus proyectiles pero aunque uno impactó ene l Panzer, no logró destruirlo y volvió a responder. El Sherman botó pero pudo reiniciar la marcha con el lateral abollado. El líder giró su torreta y apuntó al convoy de camiones. Un fogonazo y delante nuestro una explosión y gritos. Los camiones aceleraron buscando poner a los Sherman entre el enemigo y nosotros. Uno de los Sherman se dejó sobrepasar y volvió a disparar. Al primer tanque se le unieron tres mas y de detrás salieron una serie de soldados, llegaron a la orilla y echaron rodilla en tierra. Asomó la boca de un Panzerfaust. Nos apuntó y en ese momento, el tanque de Fireball escupió una bola de fuego. Impactó en medio de la formación matando a todos. Nuestro camión pasó al lado del destruido que yacía fuera del camino, completamente destrozado y con varios cadáveres sobre él. Otro disparo alemán, silbido y explosión. Apuntaban a la cabeza del convoy. Tres de los Sherman hicieron fuego al unísono. El tanque líder dio un violento escorzo y pudo salvar la ráfaga pero quien no pudo hacerlo fue el que iba detrás. Recibió dos impactos que lo dejaron inutilizado aunque la tripulación pudo salir y resguardarse de las ametralladoras Browning que intentaron acabar con ellos. Fuimos dejando atrás el combate. Ambos bandos seguían disparando se mutuamente pero nadie se atrevía a cruzar el  puente por lo vulnerable de su posición. Uno de los Sherman trató de acercarse a la orilla. El tanque líder echó un trecho hacia atrás, se movió hacia la izquierda y disparó. El proyectil del 76 se incrustó en la parte delantera, explotó y el tanque empezó a circular sin control envuelto en fuego. Se oían gritos desesperados pero nadie pudo salir antes de que el tanque cayera a las heladas aguas del rio. El peso del tanque resquebrajó el hielo y se precipitó hacia el fondo con tripulantes incluidos. Apretamos los dientes pues no podíamos hacer por ellos, salvo vengarlos a la primera oportunidad. Sin embargo, algunos no pensaron igual. El último camión dio un frenazo y de él se bajó un grupo de soldados. Bajaban con un bazooka. Apuntaron sobre uno de los Panzers que estaba de perfil, cañoneando a los Sherman y dispararon. La granada salió alta y metieron otra. Volvieron a disparar mientras yo pensaba nervioso que estaban tentando a la suerte. La granada le dio al tanque en la parte trasera. Ahí, los tanquistas se apercibieron de donde venía el fuego. Metieron una tercera granada pero vieron con terror que le tanque giraba lentamente, como un dragón a la espera de cazar su presa. Con un chirrido el monstruo de acero colocó su cañón orientado al camión. Este, salió de estampida en cuanto los soldados subieron a trompicones a bordo. Tarde. Un solo disparo del Panzer, el proyectil atravesó la parte de atrás pasando por encima de las cabezas de los encogidos soldados y explotó al impactar en la cabina. El camión salió despedido hacia adelante dando la vuelta en el aire y cayendo, en llamas, con las ruedas hacia arriba. Insensatos. Solo habían conseguido morir inútilmente. Poco a poco fuimos dejando la lucha en la nieve y seguimos avanzando. Llegamos a una posición de control. Nos indicaron que los alemanes estaban atacando con todo. Bajamos de los camiones para desuntemecer los músculos y nos encontramos con una fila de enorme de soldados que iban en dirección contraria. Nos quedamos extrañados. Algunos de la 101 les comentaban que le camino era para el otro lado.  Muchos iban idos y en shock. Se les notaba fuertemente impresionados por su bautismo de fuego. Les pedimos armas y munición y nos la cedieron. Uno de ellos nos comentó:
-        Vais a quedar aislados.
Eritz, le cogió la Thompson y replicó:
-        Somos paracaidistas, estar aislado es nuestro pan de cada día.
Volvimos a montar en camiones y al atardecer llegamos a Bastogne. Nos dirigimos a hablar con, el hombre al mando de la 101. Nos contempló un momento y luego nos señaló hacia la armería:
-Necesitamos toda clase de ayuda. Sector oeste, cojan lo que necesiten y háganse una posición.
Hicimos lo que nos dijo. Ya armados, buscamos un hueco entre los diversos pozos de tirador y plantamos la  Browning. Varios hombres saludaron a Eritz con amabilidad. Cavamos una zanja profunda y nos hicimos un parapeto con troncos. Teníamos poca ropa de abrigo y eso me preocupaba. Eritz salió un momento y vino con tres tazas de humeante café y con el cabo Xabier. Nos calentamos y a lo lejos empezó a tronar un Nebelwerfer. Caían lejos pero se acercaban. Me arrebujé en mi gabán y me dispuse a dormir. Aitite, que estaba oteando a lo lejos, se dio la vuelta y me preguntó:
-        Como puedes estar tan tranquilo y dormir en este momento, en unas horas tendremos a los klaus encima nuestro.
-        No corras, si puedes andar, no andes si puedes estar de pie, no estés de pie si puedes sentarte, no te sientes si puedes tumbarte y no te tumbes si puedes dormir.
Mi hermano terminó la frase que un marine nos enseñó- Y nunca, nunca ofrezcas agua potable.
Pasaron las horas lentamente. Anocheció y establecimos guardias. Fue una noche tranquila pero al rayar el alba fuertes explosiones me sacaron de mi sopor. La artillería alemana se estaba empleando a conciencia. Los pocos que estaban fuera se lanzaron de cabeza a sus pozos. Nos acurrucamos dentro de ellos. La bombas caían a nuestro alrededor y pronto empezaron los gritos y los llamamientos a sanitarios cuando la metralla alcanzaba a uno de los nuestros. El oído se nos taponó del estruendo. Una de las bombas cayó delante de nuestro parapeto y nos enterró en una lluvia de terrones de tierra..La siguiente dio un poco más atrás. Nos limpiamos la tierra y me asomé. Todo era un mar de explosiones. Pero había que estar atento. Al poco rato distinguí un traqueteo. Algo se acercaba. Se acabaron la explosiones. Nos pitaban los tímpanos. Volví a asomarme y vi varias figuras, corriendo entre los socavones.
-        Atención!!!! Enemigo a las 11!!!!!

Xabier armó la Browning y disparé. Los alemanes se refugiaron tras los árboles. Y nos llevamos una desagradable sorpresa. Dos de ellos cruzaron de árbol a árbol hacia la derecha y nos dispararon en carrera. Con una puntería letal. Las balas barrieron nuestra protección y si no estamos rápidos, nos agujerean la cabeza. El arma con el que nos disparaban me era totalmente desconocida. No era un Gewehr por su cadencia pero tampoco era una de las MP por su precisión. Las ametralladoras alemanas no se caracterizaban por su facilidad para dar en el blanco. Tenía que ser un fuego granado para ser efectivo. Si todos empleaban ese arma íbamos a tener problemas. Por otros pozos también intercambio de disparos. Aitite disparó al lugar donde estaban los mas cercanos, sacando astillas del árbol. Se asomó uno y disparó. Luego lanzó una granada. Se quedó corta pero tuvimos que agacharnos. Tras su explosión, se acercaron tres mas por la izquierda. Eritz sacó su arma y le dio a uno en el pecho. Yo salí bruscamente, agarré la ametralladora y les destrocé la cabeza con una ráfaga. Me tuve que dejar caer porque dispararon desde la derecha. Aititte y yo volvimos a replicar. Con la Browning en posición vigilé ambos flancos. Salió alguien de la izquierda. Torcí mi arma y disparé. Solo lo herí pero tuvo que resguardarse de nuevo. De pronto se oyó una fuerte voz en alemán y salieron a la carrera tirando granadas. Antes de verlas caer, disparé y aunque enterré mi cabeza entre los hombros seguí disparando para tratar de evitar el asalto. Las granadas explotaron y  nos cayó encima un manto de nieve y tierra. Sacudí la caeza y volví a  apuntar. Dos alemanes estaban ya cerca. Accioné el gatillo y ambos cayeron con las balas que les metí en el pecho. Detrás, uno de sus compatriotas nos disparó. Sus balas pasaron muy cerca de mi cabeza. Moví mi arma hacia su posición pero tuve que rectificar bruscamente porque percibí rápido  movimiento al lado contrario, muy cerca. Casi sin apuntar, mi ametralladora barrió tres alemanes. De los de la derecha se 

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