No nos dio tiempo ni a saludarnos. Se oyeron
disparos y de la espesura apreció un batallón de alemanes. Cogimos una MG42.
Con gesto de las cejas pregunté por sus compañeros pero negó con la cabeza así
que imaginé que ahora no había compañeros. Eritz sostenía las balas y yo le
daba al gatillo. Al principio disparé muy lejos y Eritz arqueó las cejas.
Centré la mira y volví a disparar. Los alemanes atravesaban el patio a la
carrera. Mis hombres se aprestaban a la defensa pero nosotros teníamos ventaja
de posición. Al primero que di recibió las balas en ambas piernas, moví la
MG42, el segundo sobre el pecho, mas, otros en la cadera, otros dos les segué
la cabeza. De la casa abrieron fuego. Cayeron mas enemigos. Yo seguí a lo mío.
Uno con la espalda hecha trizas, otro el hombro y la cabeza. La MG42 rugía pero
se estaba calentando y pronto se encasquillería. Vaciamos un cargador. Eritz se
giró y cogió otro. Lo metió. Accioné el percutor y empezó de nuevo el baile.
Uno en la cabeza, el de detrás en el pecho y un tercero en la mano, brazo y
cabeza. Tras este los alemanes se replegaron tras los árboles. Esperamos. Eritz
no. Se levantó con cuidado, cargó un mortero, apuntó y bombardeó las posiciones
enemigas. De esas posiciones se oyó un panzerfaust que nos pasó por encima. El
siguiente disparo destrozó parte de nuestra protección. Dirigí la ametralladora
hacia donde salían los proyectiles. Esa zona recibió otro cargador entero. Pero
disparé a los árboles. Los trozos de árbol partidos por mis balas se convertían
en cuchillos que caían sobre los enemigos. Eritz gritó:
- Intentan rodearnos- Y me señaló un grupo de
alemanes que venían por detrás de la posición. Cogió dos MP40, se tocó el casco
y se fue. Mi ametralladora se atascó y tuve que arrastrarme hacia la otra. Encima
de ella estaba uno de los compañeros de Eritz, con el estómago destrozado.Entre
que llegué, me coloqué la cinta de balas
alrededor del cuello y preparé el arma pasaron unos valiosos segundos que los
alemanes aprovecharon para acercarse a mi posición. Disparé a los últimos. Uno
de ellos en la cara, el de su lado, en el pecho y los dos que pude antes de
perder objetivos barridos a la altura del cuello. Se me había colado alguno al
pie de la elevación. Oí un silbido y miré hacia la casa. DelaBella levantó cuatro dedos por cuatro enemigos.
Solté la ametralladora y cogí mi colt y una MP40. Y antes de nada dejé caer
unas granadas que encontré por ahí para ir abriendo camino. Explotaron pero no
supe si hicieron blanco. DelaBella intentó apuntar pero de nuevo cargaron desde
el boccage así que tuvo que defenderse de lo que le venía. Me retiré de
espaldas y de rodillas hasta apoyarme en uno de los sacos de arena. De reojo vi
otro compañero de Eritz, con un balazo en la sien. Volaron dos granadas pero
lejos de donde me encontraba. Silencio. De pronto una cabeza. Ráfaga de
ametralladora y cabeza que desaparece. Me moví justo a tiempo porque cayeron
otras dos granadas. Rodé sobre mi cuerpo y cuando explotaron estaba protegido.
Ruido y un alemán sobre mi izquierda. Apoyado sobre mi hombre y con la MP40 de
perfil le disparé entre los ojos. Oí que al caer tropezaba con alguien que
juraba en alemán. Como una serpiente, me levanté y me tiré por donde había
caido el enemigo. Caí sobre uno que estaba enredado con el que había matado.
Disparé a centímetros de su cara. Me dejé arrastrar por la pendiente y balas
silbaron cerca de mí. Me golpeé con un peñasco y me protegí al otro lado.
Disparé sin apuntar y me asomé. No lo veía. Desde la casa, DelaBella me
indicaba con el dedo freneticamente . Salí corriendo por el lado contrario.
Cuando llegué a la altura del parapeto me eché cuerpo a tierra. El alemán salió cuidadoso pero no me
esperaba. Lo fulminé antes de que me viera. Me volví a guarecer en el refugio y
cuando cargaba de nuevo la MG40 ocurrieron dos cosas. Aparecieron tres Tigers
en el patio de la granja y Eritz volvió a mi lado. Nos miramos y luego miramos
el Flak. Busqué la munición y cuando la encontré cargué un proyectil del 88.
Mientras tanto, Eritz giraba la manivela de dirección con presteza. Lo dirigió
contra el primero de los Tigers. Estos dispararon contra la casa. Nuestro Flak
rugió y nos llenó de humo. De inmediato oimos la explosión. Impacto directo y
tanque por los aires. Cogí otro proyectil. Eritz miraba por el visor buscando
un nuevo blanco. Los tanques nos buscaban. Sus torretas estaban moviéndose.
Cargué y Eritz disparó. Pero no lo paró. Le dió en la parte lateral. Otro
proyectil metido y movimos ligeramente el cañón. Rápido rápido. Mirada por
visor y disparo. Impacto. Dos menos. Pero el tercero nos había localizado.
Soltamos el Flak y nos lanzamos por encima de los sacos de protección. Disparo
del Tiger y explosión tremenda. Nos habíamos quedado sin parapeto y sin
protección. Detrás del tanque venían varios soldados de la Wermacht con las
ametralladoras listas. Bajamos resbalando por la pendiente hasta los árboles.
Me golpeé el pecho contra el árbol pero tenía protección. El tanque se había
olvidado de nosotros pero no los soldados que se acercaban. En otro árbol cerca
de mi estaba Eritz. Le hice un gesto. Primero yo. Hice la cuenta atrás con los dedos y salí empuñando la MP40. Conseguí
sorprender cuatro que antes de que se pudieran esconder recibieron las ráfagas
de la ametralladora. Pude ver que dos caían pero antes de ver nada mas, los de
detrás dispararon y me tuve que esconder. Eritz preparó su carabina M1 y
también hizo la cuenta atrás pero se asomó de rodillas. Uno, dos, tres disparos
y se metió. Oí gritos y explosión. Le pregunté con el pulgar cuantos. Me miró,
sonrió y me levantó cuatro dedos. Como que cuatro??, me arriesgué y me asomé.
El muy pendejo le había dado a uno que iba con el lanzallamas y la explosión
había matado a dos. Vi que salía él y disparamos los dos. La explosión del
tanque de combustible había despistado a los hombres y fueron presa fácil. Yo
me encargué de la derecha, matando a dos en la cabeza, un tercero en el cuello
y uno que trataba de esconderse en cadera y hombro. Por parte de Eritz también
cayó alguno más. Nos quedamos expectantes por si acaso. Tres bajaban corriendo
hacia la protección de sus compañeros. De repente, dos fueron abatidos en plena
carrera. El último tropezó y terminó arrastrándose hacia donde estaban los
restantes soldados alemanes. Eritz y yo nos miramos preguntándonos de donde
carajo habían salido disparos. De la casa no, imposible. En ello estábamos
cuando un alemán fue abatido por un tiro en el cuello. Le señalé a Eritz los
árboles. Un francotirador estaba subido a uno de ellos y estaba machacando a los boches. Y sonó de nuevo un disparo. Un
boche que estaba subido en la parte trasera lo recibió en la cabeza y se
desparramó. Pude distinguir el sonido. Un Lee-Enfield 4. Nuestro amigo
desconocido era un británico. Los alemanes montaron dos morteros y el tanque
siguió adelante, hacia la casa, disparando dos proyectiles que destrozaron la
pared superior y lanzando ladrillos en todas las direcciones. No podía pensar
en los hombres de la casa. Si el equipo de Mesi no respondía con sus bazookas
sería por algo pero había que destruir el tanque. Y acabar con los morteros que
en cuanto estuvieron colocados empezaron
a escupir granadas de fragmentación. Fuimos de árbol en árbol acercándonos. El
francotirador volvió a disparar e hirió a uno de los operarios de los morteros.
Eritz lanzó una granada. Esta trazó un arco en el cielo y cayó cerca de los
morteros. Explotó y aproveché para situarme con opciones de tiro, tras unos
tupidos setos. El tanque rotó su torreta y disparó entre los árboles. Desde mi
posición vi a Eritz, estaba bien y trataba de bajar por el otro lado. Observé
movimiento en el tanque hacia la casa. La parte frontal del Tiger recibió un
impacto de bazooka. Ahí estaban los chicos de Mesi. El tanque respondió. Tenía
abollado el chasis pero seguía operativo. Alemanes corriendo. Salí de mi escondrijo y disparé hasta agotar
el cargador. Maté a dos epro estaban prácticamente desarmado. Solo me quedaba
el colt. Cuatro balas y los cargadores de repuesto. La Luger estaba en el cinto
pero sin balas. Agucé el oído. Repté hacia atrás y me metía en un hoyo de
alguna explosión. Salieron tres alemanes disparando donde había estado
instantes antes. Estaba preparado. Un tiro entre los ojos, otro en la cara al
de al lado y cuando me disponía a abatir el tercero, le volaron la cabeza. Mi
amigo británico. Me arrastré sobre mis codos y cogí dos MP40 y cuatro
cargadores para mi Luger. Corrí agachado para acercarme al tanque. Algo había
que hacer. Llegué a un pequeño murete. Me asomé y vi el Tiger quieto. Su
artillero se puso a los mandos de la 7.62 dispuesto a ametrallar la casa. Antes
de que lo hiciera le metí una bala de su compatriota Luger en la cabeza. Los
soldados que iban detrás mio me vieron. Estaba listo. Otra salió a la torreta y
lo mató el fracotirador. Me lanzaron granadas, corrí diez pasos y me tiré al
suelo. Detonaron tras de mí y me aturdieron. Si no me despejaba era hombre
muerto. Meneé la cabeza. Estaba de rodillas buscando mis armas cuando la tierra
se estremeció. Me senté mareado. Aún así puede distinguir como el Tiger giraba
su torreta pero hacia el lado contrario. Entre el boccage pude ver a nuestro
tanque salir al patio y disparar contra el Tiger. El proyectil explotó y
reventó la torreta. Cargaron de nuevo y esta vez, el Tiger acabó calcinado. Por
detrás de los de la Wermacht llegó Eritz, disparando sin cesar su arma. Junto a
él corría un desconocido. Me aclaré la vista. Lucía el uniforme del ejército
británico. Desde la casa salieron los hombres que había sufrido el ataque del
tanque. Los alemanes estaban rodeados pero intentaron resistir. Sus disparos
mataron a Iturraspe e hirieron a DeMarcos y Martínez. Desenfundé mi colt y
disparé. Pero seguía mareado y fallé. Un alemán se dio la vuelta y me apuntó.
Eso me despejó. Volvía disparar y le metí dos balazos en el pecho. Los pocos
que quedaban se rindieron. Dejaron sus armas en el suelo y levantaron los
brazos. Cojeando me acerqué y ordené a DelaBella y Zubikarai que los vigilaran
mientras el doctor Valverde se encargaba de los heridos. Llegó mi hermano
sacudiéndose la tierra del uniforme. Le puso la mano en el hombro al inglés y
dijo:
- Coronel
Urruela, francotirador letal del II Ejercito británico, conocido por sus
hombres como Aitite.
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