los malditos aviones sobrevolaron por encima del
tanque y ni se dignaron a mandarle una
bombita. Seguí rodando para poner los restos humeantes del parapeto entre le
Tiger y yo. El coloso avanzó con gran ruido y bordeó el parapeto lo que
aproveché para pegarme al lateral del tanque. Semiagachado estaba seguro de que
no me verían. Avanzó un poco más y se detuvo. Silencio. La torreta giró pero
pasó por encima. De pronto ruido. Escotilla que se abre y tanquista alemán que
se asoma. Esta es la mía. De dos potentes saltos me encaramo al tanque y le
disparo a bocajarro antes de saber donde estoy. Cae como un fardo dentro y tras
él, meto el cañón de mi colt y disparo varios tiros mientras grito en alemán:
-Quieten todosenn!!!!, tengo una pistolen y
granaden!!!
Era un farol pero no lo sabían. Así estábamos en
punto muerto cuando oí una voz fuerte a mi espalda.
-Teniente!! Aquí.
Me volví en redondo y había aparecido un semioruga
M3 de los nuestros. Se bajaron dos soldados con un bazooka. Se acomodaron y en
cuanto se prepararon me tiré al suelo y me alejé. Nada más hacerlo un proyectil
salió del bazooka. A quince metros escasos, el impacto fue demoledor. El Tiger
saltó por los aires envuelto en llamas. Me acerqué a mis nuevos amigos. Era un
grupo que se dirigía a Longueville donde se creía había presencia alemana. Me
subí al M3 y partí con ellos. Mientras avanzábamos me hicieron una cura rápida
del hombro pero al llegar por el camino de acceso nos recibieron con fuego de
mortero. El cuarto disparo acertó en la cabina y el semioruga torció su
dirección hasta estamparse con un árbol.
Aturdidos, bajamos rápidamente porque llovía fuego de mortero. Nos escabullimos
entre los árboles y nos fuimos acercando a la ciudad. El sector por el que nos
íbamos acercando daba a una muralla. Nos pusimos a cubierto y encima de la
muralla aparecieron las inconfundibles siluetas de cascos alemanes. Rápidamente
ejecutamos un plan en voz baja. Juan Carlos y Joserra dispararon al unísono
mientras cuatro se pegaban a la muralla y cuatro se subían encima. Yo fui uno
de los que se subió encima. Al llegar al muro me dejé caer y acabé tumbado tras
un coche semidestruido con mis compañeros a mi vera. Se oían gritos y carreras
apresuradas. Levanté la Thompson que me habían prestado y apunté. Varios boches
venían corriendo. Disparé sucesivas ráfagas. Fue como si los tres primeros
habrían chocado con una pared invisible. Salieron catapultados hacia atrás y
chocaron con sus compañeros. Jokin lanzó una granada y tanto Cefe como Javi,
abrieron fuego. Aturullados como estaban no pudieron ni responder al incesante
fuego nuestro. Nuevos gritos. Ayudamos a nuestros compañeros y montamos una
ridícula posición defensiva. Los alemanes tomaron sus precauciones pero no
podían tenernos a nosotros ahí mientras por la entrada del pueblo le iba a
venir una gran ofensiva. Carlos se colocó la izquierda y según cargaba la
Thompson, recibió un disparo en la frente.
- Francotirador!!!!!!!
Nos encogimos más todavía. Me imaginé que estaría en
algunos de los edificios altos, pero en cual??. Pedí a Pedro que sacara el
casco con la culata de su M1. Yo me tumbé cara al casco para tratar de adivinar
la trayectoria. Asentí. Pedro sacó el casco y recibió el disparo. Acto seguido
me asomé. En el tercer piso de un edificio sin paredes. No tenía rifle de
francotirador pero si una Thompson. Apreté el gatillo. Antes de situar el tiro,
varias balas impactaron en la parte de arriba. Intentó esconderse pero pude
acertarlos antes de que se me fuera. Recibió varios tiros en la cara y cuando
se medio incorporó, mi metralleta le hizo agujeros en el pecho, hombro y
cadera, cayendo desde donde estaba a la calle. Un problema menos. Los alemanes
aprovecharon para lanzar varias granadas. Algunas quedaron cortas pero otras
tres cayeron cerca de los dos Javi. Lograron quitarse dos, pero cuando se
disponía a tirar la última, dos tiros en el pecho lo impidieron. Cayó y el otro
Javi no pudo evitar que la granada explotara a dos metros suyos. Los tres
hombres que estaban en el flanco izquierdo habían caído. Me acerqué allí con
Joserra tras mío. Entre la rueda pichada y unas piedras asomé la carita a ver
que pasaba. Veía moverse figuras y disparé al tun tun. El grito que se oyó me
confirmó que había hecho blanco. Volvieron a llegar granadas, pero cortas y
todas explosionaron a unos metros de nuestra protección. Un MG42 abrió fuego
delante mío pero con el humo no la veía. Lo que si vi fue alemanes a la carga.
Saqué el antebrazo armado y disparé a discreción. Uno, dos, tres y hasta cuatro
enemigos cayeron bajo mis disparos. A lo lejos se seguía oyendo artillería.
Volví a asomar. Y un retumbar de suelo y ruinas me trajo recientes recuerdos.
No me jodas que tienen un tanque. Me eché hacia atrás y avisé a mis compañeros
pero pude observar a JuanCarlos, con una sonrisa traviesa y acariciando el
cuerpo del bazooka. El muy mamón se lo había subido y ahora nos vendría de
perlas. Cefe se irguió y abrió la palma pidiendo tranquilidad. El estrépito se
acercaba y por debajo del coche vi la oruga enfilada hacia nosotros. En ese instante,
Cefe cerró el puño y JuanCarlos se alzó como una serpiente. Armó el brazo y
disparó. Otro disparo a bocajarro e inesperado. Pero no era un Tiger sino un Pantera
y aunque el tiro lo paró no lo destruyó. JuanCarlos se dejó caer y Joserra le
colocó una granada. Volvió a levantase y de nuevo disparó pero le estaban
esperando. Antes de ser destruido, el Pantera hizo rugir se MG 34 y partió a
JuanCarlos por la mitad, destrozó la cabeza de Joserra, el pecho de Pedro e
hirió a Jokin en el brazo. Ese momento de confusión lo aprovecharon los
alemanes que volvieron a la carga por el flanco derecho. Jokin no pudo
reaccionar y cayó en los primeros disparos. Cefe, Marco y Pereiro respondieron
la primera carga con fuego granado. Los primeros atacantes cayeron. Yo me preocupé
de los que venían por el otro lado. Efectivamente, un puñado de alemanes se
acercaban pero precavidos. Los dejé acercarse y cuando estuvieron a tiro,
salté, me lancé al suelo y mientras giraba abría fuego. Sorprendidos,
dispararon tarde y sus balas repiquetearon en las piedras que tenía a lado. En
cambio, las mías encontraron blanco. Unas en la cabeza del primero, otras en el
pecho y cabeza del segundo. Cuando cayeron, el tercero las recibió en pecho y cara y el cuarto en el estómago y
piernas. Por mi lado nadie más se acercaba. El hombro me dolía inmensamente
pero no podía pensaren ello. Saqué un cargador del bolsillo y lo metí en la
Thompson. Humo y explosiones. Volví a mi sitio anterior justo para ver como
Pereiro caía con todo el cuerpo lleno de
balas. Pegué un bote y disparé por encima de mis compañeros. La ráfaga fue
mortal. Cayeron dos alemanes más y otras dos se metieron entre las ruinas. Cefe
sacó una granada, le quitó la espoleta y la echó en el lugar donde estaban. Uno
de ellos intentó salir corriendo pero Marco le masacró la espalda. El otro no
pudo y saltó hecho pedazos. Pero allí no podíamos estar, había que salir. Cefe
estaba herido en una pierna. Trazamos un desesperado plan. Yo cogí una Thompson
en cada mano. Marco lo cargó a hombros. Y salimos pitando. Yo por delante
disparando y gritando. Era difícil apuntar con dos metralletas temblando en
cada mano pero la cortina de fuego era bestial. Por todos lados llegaban mis
balas. Los alemanes escondieron el cabezón tras las sus protecciones. El tanque
destruido nos hizo de escudo y conseguimos llegar al edificio de enfrente.
Primero Marco con Cefe y detrás yo disparando hasta que agoté el cargador. En
cuanto sonó la recámara vacía nos metimos en la casa y tomamos aire. Cogí otros
dos cargadores y los metí en las armas. Asomé de refilón y pude ver que los
alemanes se reagrupaban. Cefe, entre gruñidos de dolor comentó:
- No podemos quedarnos. Deme las armas teniente. Yo
los entretendré. No voy a ir a ningún lado.
Marco y yo nos miramos y luego miramos su pierna.
Destrozada por los disparos. Asentí y le pasé las Thompson. Decidimos correr
hacia el este, donde no habría mucha resistencia alemana ya que nuestro ataque
se centraba en el oeste. Cefe se echó hacia adelante dando caña con las Thompson
disparando. Antes de saltar un murete, eché un rápido vistazo atrás. Lo último
que vi de Cefe, era su cuerpo con balas por todos lados. Pero su sacrificio no
fue en vano. Gracias a él pudimos salir de la casa antes de que los alemanes
entraran en ella. Corrimos con las colt en la mano. A mi Luger se le habían
acabado las balas, así que me la guardé como recuerdo. Si salíamos de allí.
Llegamos a una esquina y nos frenamos. Me asomé. Nadie. Volvimos a correr. Al
otro lado, frenazo y asomarse. Nadie. Oí un motor y un Horch con una MG42 en la
trasera apareció. Sin embargo miraban al lado contrario, por donde esperaban
que aparecieran sus enemigos. Nos acercamos por detrás sigilosamente. Tres
ocupantes. Le hice una seña a Marco. Ël, el conductor y yo los dos tipos de la
ametralladora. Disparamos a la vez. Yo
le metí un balazo en la sien a uno, al otro en el cuello y me subí de un salto.
Marco mató al suyo, metió la marcha y salió zumbando. Yo me dediqué a ametrallar todo alemán que se asomase.
Basculando de derecha a izquierda, barrí los recovecos donde había boches. Dos
salieron de un portal y destrocé sus cabezas. De una ventana uno cayó cuando
las balas le destrozaron el pecho y la cabeza. Uno salió con una MP40 pero ni
apuntar pudo, las balas le dieron desde el muslo hasta la cara. Era una lluvia
de balas. El vehículo daba constantes botes.
Pero sin saber de dónde, una bala atravesó el parabrisas y le dio en la
frente a Marco. El Horch dio un bandazo y se salió del camino estrellándose
contra una fuente derruida, a la derecha del camino. Sin ningún agarre, volé
por encima del cañón y caí desmadejado sobre el duro asfalto...
No hay comentarios:
Publicar un comentario