ocupó la Thompson de
Eritz. Uno de los míos quedó herido en tierra de nadie, gimiendo y girando en
la nieve. Volvieron a la carga. Salieron de los arbustos de la derecha con esa
maldita arma escupiendo disparos sin cesar. Una bala me rozó la cara y le dio a Eritz en el hombro.
Apretó los dientes y continuò con el fuego regular. Xavier tuvo que cambiar el
cargador de la Thompson. Mientras lo hacía, Aitite sacó su arma y cazó a uno de
los atacantes justo cuando pasaba de árbol a árbol. Pareció que lo golpeaba un
puño invisible, chocó contra un árbol y se desplomó. Noté un disparo cercano y
una bala golpeó en mi casco sin agujerearlo. Sorprendido miré en derredor y vi
que el autor del disparo era el alemán herido. Será mamón. Le hice un gesto a Xavier.
Cogió una de las granadas y prácticamente la hizo rodar hasta el alemán. La
granada explotó y ya no hubo más alemán.
Desde uno peñascos, unos alemanes resguardecidos estaban haciendo un
escarnio con esas nuevas armas. Eritz me dijo que le cubriera. Movimos la Browning
unos metros a la izquierda y la asentamos. Cambiamos el cargador y empezamos la
música sobre el peñasco. Uno de los alemanes trató de sacar el brazo pero se lo
rebané limpiamente. Otro intentó atisbar por encima pero lo obligué a agacharse
cuando mi ráfaga levantó esquirlas de roca junto a su cara. Eso lo aprovechó
Eritz para acercarse. Se pegó al peñasco y lanzó una granada por encima. Antes
de que explotara salieron corriendo tres. Presa fácil. Un leve giro de cañón y
acabaron por los suelos con varias balas incrustadas en el cuerpo. Tras la
detonación, Eritz se asomó y nos hizo un gesto de kaput. No se veían mas alemanes así que habían desistido.
Salí del hoyo y recogí una de esas endiabladas armas.la examiné atentamente. Ésta era un arma de calibre 7.92, con un
selector de disparo que permitía cambiar entre modo totalmente automático o
modo semiautomático, por lo que podía utilizarse como un fusil de precisión de
un solo disparo, o como una eficiente ametralladora de asalto de gran precisión,
daño y velocidad. Un arma verdaderamente útil. Así que me guardé una, recogí
todos los cargadores que pude y me agencié otra de repuesto. Sin embargo en los
días sucesivos tuvimos mucho combates y
gasté toda la munición aunque me guardé una como recuerdo. Ya tenía una Luger y
esta cosa. Uno de los días estábamos fumando tratando de calentarnos. Teníamos
poca ropa de abrigo y los aviones de suministros no podían volar por la nieve
que caía. De repente, el fuerte silbido de artillería nos hizo correr a los
hoyos de tirador. Saltamos y nos dejamos caer como pudimos pero a algunos les
alcanzaron. De reojo vi como un proyectil caía en medio del cabo Jagoba y de Unax,
que volaron en pedazos. Oí gritos y llamadas al sanitario. Me asomé. Cristopher
estaba en el suelo arrastrándose . Le hice gestos para que se acercara pero
cuando solo llevaba un par de metros otro proyectil cayó tras él. Su cabeza
voló por encima mío llenándome de sangre. Me obligué a no pensar en ello porque
pronto vendrían los klaus. La artillería cesó y coloqué la Browning en posición.
Nos limpiamos la nieve y tierra de encima y aguardamos. Un francotirador
disparó pero no nos dio. Aitite respondió pero sin saber exactamente donde
estaba. De pronto apareció un Tiger entre la nieve acompañado de infantería.
Eso eran palabras mayores. Pedí por radio un cazacarros. Y rápido. No abrí
fuego para no delatar nuestra posición. Cosa que si hicieron desde la derecha.
La torreta se giró y abrió fuego. El pozo desapareció en la explosión. Uno de
los nuestros , que había podido salir antes del disparo, se levantó
tambaleándose e intentó escapar. Dos alemanes no lo permitieron. A pesar de que
disparé mi ametralladora, no logré darles y remataron al herido. Se giraron
hacia nosotros. A la izquierda aparecieron dos cazacarros Hellcat. El Tiger se
tenía que ocupar de ellos y desprotegió a su infantería. Aitite y Eritz
dispararon sus armas. Uno de los alemanes cayó con el pecho atravesado y el
otro fue herido en el brazo. Yo me ocupé de los que estaban detrás del tanque.
Mis balas repiquetearon en el Tiger que no las notó pero obligaron a sus compañeros a resguardarse más. La lucha
del tanque y los cazacarros se desplazó hacia la izquierda. Un disparo del
Hellcat convenció a los alemanes de que estar con el tanque quizás no fuera
buena idea. Echaron a correr buscando protección y esa fue mi oportunidad.
Apreté el gatillo. Los dos primeros me pillaron de improviso y no pude
acertarles pero los tres que fueron después no tuvieron esa suerte. Mi Browning
los abatió en plena carrera con ráfagas a la altura del pecho. Mientras
vigilaba a los escabuídos, de la parte
derecha aparecieron tres alemanes. Eritz reaccionó con rapidez y mató al
primero con un tiro en los ojos, pero el segundo lanzó una granada dentro de nuestro
pozo. Salimos a la carrera. Desenfundé
el colt mientras saltaba fuera y antes de caer disparé al segundo dos
tiros en el pecho. Chocó con el que iba detrás. La granada explotó. Xabier
disparó al tercero y le dio en la pierna. Surgieron dos más. Aitite, Eritz y
Xabier abrieron fuego a la vez. Mataron a dos de ellos. El tercero disparó
sobre mí. Sentí un aguijonazo en la frente. El herido sobre Xabier que recibió
un disparo en el codo que le hizo soltar el arma. Rodé sobre mi mismo hurtando
mi cuerpo a las balas, disparando sin cesar. El herido cayó con un balazo entre
los ojos. El otro fue abatido por Aitite que recibió disparos de otro pelotón
que cargaba. Descargué el colt a base de disparos y solo pude herir a uno en la
pierna. Aitite y Eritz se metieron en el agujero de la granada y dispararon.
Mataron a los tres primeros pero los demás se quedaron detrás del peñasco.
Tiraron una granada, la pude coger al vuelo y la envié con un gancho por encima
del peñasco pero explotó antes de que cayera al otro lado. Nuevos disparos. Me
acerqué a Xabier para protegerlo y coger su arma. Me tumbé a su lado. De
repente un obús reventó el peñasco, lanzó sus pedazos por el aire y con ellos a
los alemanes parapetados. Uno de los Hellcat. Habían acabado con el Tiger y nos
había ayudado. El Tiger tenía dos impactos en el lateral y en la escotilla, su
comandante estaba muerto con una herida en la cabeza. No venían más. Otro
asalto que habíamos salvado. Me levanté, pedí un sanitario para Xabier y le
examiné la herida. No era mala pero si dolorosa. Se acercaron Aitite y Eritz
que tenía sangre en el tobillo. Me señaló la frente y noté que tenía un
profundo tajo sangrando. Nos acomodamos y dejamos que el sanitario nos curaba.
Ninguno de nosotros quiso irse a retaguardia. Además en pocos días no hubo
retaguardia. Los alemanes nos rodearon por completo y cercaron Bastogne. El 22
estábamos en nuestro puesto. Yo tenía una fea herida en la frente y un catarro
explosivo que me hacía toser como un oso. Aitite tenía fiebre, Eritz una gran
congestión nasal y el tobillo dolorido mientras que Xabier, aparte de la herida
en el codo tenía un moratón en el pómulo y sufría de congelaciones en los pies
por las bajas temperaturas. Estábamos ojo avizor cuando vimos llegar a un grupo
de alemanes. Pero con bandera blanca. Se acercaron y como sabía alemán hablé
con ellos. Llevaban una nota del comandante alemán, teniente general Heinrich Freiherr von Lüttwitz, para la rendición de Bastogne. Se lo traduje a Eritz y este lo llevó a
presencia del general de brigada Anthony
McAuliffe, que actuaba como comandante de la
101.ª Aerotransportada. A la hora volvieron y los alemanes se fueron a sus
líneas, visiblemente enfadados. Le pregunté a Eritz. Me dijo que era un
ultimatum para que nos rindiésemos. Nos quedamos expectantes esperando que
había respondido el general. Eritz sonrió y los ojos le brillaron tras las
gafas.
- El general ha dicho, rendirnos??
tonterías!!!, vete a la mierda!!!!.Nos carcajeamos un buen rato y nos elevó la
moral para afrontar sucesivos combates. Cuatro días más tarde aún seguíamos
resistiendo. Habíamos cambiado de pozo de tirador para cerrar una brecha en la
líneas. El tiempo se aclaró y pudimos recibir suministros, principalmente
munición. Junto a nosotros se encontraba un grupo de hombres con bazooka y
detrás nuestro 2 cazacarros del 705 batallón. La consabida lluvia de artillería
señaló el preludio del ataque. Nos encogimos y esperamos a que pasara. Cayeron
cerca. En el hoyo cercano, un obús impactó en el centro y pedazos de hombres
saltaron por los aires. El estruendo era ensordecedor. Muchos gritos. Sanitarios
corriendo de hoyo en hoyo. A uno que iba por delante del nuestro le golpeó una
esquirla en el cuello y lo derrumbó. Salí a por él. Las bombas caían. La fuerza
expansiva de una me hizo tropezar. Llegué hasta donde el médico. Lo cogí por el
hombro y lo cargué encima mío. Sangraba muchísimo y trataba de contener la
hemorragia. Un obús cayó en otro hoyo
volatilizando a todos. Tras de mí el inconfundible sonido de tanques. Eritz
tenía la Browning con Xabier así que cogí una Thompson. Aparecieron 2 Tiger y
un Sturz. Los Hellcat se movieron. Gracias a su rapidez despacharon el
autopropulsado sin problemas pero uno de los Tiger reventó al líder y su
numeral corrió la misma suerte cuando un panzerfasut, de detrás de un árbol, le
atravesó el suave blindaje lateral. Un disparo de bazooka a quemarropa destrozó
a uno de los Tiger. Me cargué de granadas y a por el Tiger porque la MG34 del blindado
mató a dos del grupo del bazooka. Eché cuerpo a tierra. Me arrastré fuera del
campo de visión del Tiger. Cuando giró la torreta me acerqué por detrás. Le
eché tres granadas encima del depósito de combustible y el Tiger saltó por los aires. Cogí la
Thompson y disparé hacia el grupo de alemanes. Pude pillarlos por sorpresa con
el tanque en llamas como escudo. Mis primeros disparos mataron a dos con
impactos en la cadera. Un tercero intentó responder pero salió catapultado
hacia atrás cuando le agujereé el cráneo. Eritz hizo tronar la Browning.
Llegaron más Tiger. Me iban a pasar por encima y estaba sin armas antitanque.
Sij embargo varios disparos me sobrevolaron y acabaron con los primeros tanques. Alrededor nuestro
varios Sherman cargaron contra los Tiger y los destrozaron. Los refuerzos
habían llegado. El 4º blindado había roto el cerco. Y apareció Patton . Nos saludó marcialmente y dijo:
- Venimos a liberarlos- Pero Eritz
expresó el sentimiento de todos:
- No necesitábamos que nadie nos
liberase.