conseguí apunté. Uno de los
alemanes se giró para decir algo y se quedó con la boca abierta y el gesto
helado cuando vio que el que estaba en el arma era yo. La tenía preparada y
apreté el doble gatillo. La trepidación me hizo polvo el hombro herido. Conseguí
estabilizar los disparos. El sorprendido fue el primero en caer. Moví la ráfaga
hacia la derecha. Uno en el cuello y cabeza, el siguiente en espalda y cuello.
Otro según metía la MP40 en una ventana, le destrocé la mano, el hombro y la
nuca. El quinto notó algo raro y quiso defenderse. Lento. Para cuando quiso
apuntar, varias balas le menearon como a un pelele, lo empujaron contra la
pared y lo hicieron caer. Apunté a los del otro lado. Uno me vio y echó a
correr hacia el bosque. Me despreocupé de él porque un disparo de carabina lo
abatió en plena carrera. Los tres restantes dudaron y en menos que canta un
gallo un bailoteo mortal de balas acabó con ellos. Uno intentó levantarse. Se
incorporó sobre la mano, levantó la
vista y apoyó la rodilla. Se le cayó el casco que fue rodando hasta que Eritz
lo controló con el pie. El herido consiguió elevar el torso y apoyar la otra
rodilla. No esperé más. Un último estertor de la MG y lo mandó unos metros
hacia atrás de donde no se levantó. Solo se oía la artillería en combates
lejanos. Me bajé del vehículo y entré en la casa llamando a mis hombres. Poco a
poco fueron apareciendo aunque habíamos tenido bajas. Llegó Aitite con paso
parsimonioso y sin heridas aparentes. Salvo yo, en el hombro, Zubikarai, con un
feo corte en la mejilla e Iturraspe, con el tobillo malherido, los demás
parecía en buenas condiciones. Mientras Valverde curaba a los herido apareció
Iker para comunicar que los del tanque estaban ilesos. Me acerqué los
semiorugas y miré a mis hombres, éramos un total de diez mas los del tanque.
Nos dividimos en dos grupos y subimos a los Sdkfz. Valverde, DelaBella, Prieto,
Zubikarai e Iturraspe en el 250 y Mesi, Xabi, Aitite, Eritz y yo en el 251.
Conducía Xabi con Aitite a su lado. Eritz cogió la ametralladora y yo me puse
de pie apoyado en la cabina mientras Mesi se sentaba atrás limpiando el bazooka
que tan buen servicio nos había dado. Sorteamos los árboles y el bocage y
llegamos al Sherman. Alrededor de él, varios cuerpos y un cazacarros destrozado
daban fe de otra batalla. Montamos un convoy con el tanque delante, el 250
detrás y nuestro 251 en retaguardia. Salimos del bocage y avanzamos por un
camino de tierra acercándonos a unas pequeñas colinas. Îbamos con cuidado y mil
ojos. Estábamos en territorio comanche. Un lugar donde el instinto te aconseja
dar la vuelta, donde los caminos están desiertos y las casas chamuscadas. Donde
siempre parece a punto de anochecer y caminas sigiloso, hablando en voz baja,
hacia los disparos que se oyen a lo lejos y aunque no ves a nadie, sabes que te
están mirando. Donde no ves los fusiles pero ellos te ven a ti. Los nervios en
tensión. Y súbitamente el caos. El tanque pisó una mina, pegó un bote y cayó
ladeado porque le destrozó la oruga. Y a continuación disparos desde todos los
lados. Eritz giró la ametralladora y lanzó plomo sobre la derecha, lo que
aprovechamos para bajar y resguardarnos. DelaBella puso el otro Sdkfz en
paralelo y nos procuró un cobijo. Eritz mantuvo el fuego y yo utilicé mi
Thompson mientras Aitite y Mesi preparaban sus armas. Salí y disparé. No acerté
a nadie pero me sirvió para comprobar que había alemanes en una trinchera.
Asomé por el otro lado. Detrás de un pequeño montículo bocas de cañón de MP40
escupían fuego. Estábamos en un apuro. Me tumbé debajo del Sdkfz y vislumbré
cascos dentro de su trinchera. Lancé una ráfaga a ras de suelo y varios cascos
saltaron por los aires. Me asomé por la parte delantera del semioruga. Del
Sherman salían los tanquistas. Ronaldo el primero, disparó su M3 y se quitó de
la línea de fuego. Luego saltó Benzema seguido de Isco. A estos dos, los cazó
una MG42. A Isco en las rodillas y a Benzema en la cadera y estómago. Disparé
para cubrir a Iker y a Keylor, que no habían salido. El que sujetaba las balas
fue alcanzado en hombro y cuello y bajó resbalando a la trinchera lleno de
sangre. Sin él, la ametralladora paró un instante que aprovecharon los dos
tanquistas que faltaban. Saltaron y se unieron al capitán Ronaldo. Desde allí
abrieron fuego en sentido oblicuo. Isco chillaba en el suelo pero era muy
expuesto ir en su busca. Para Aitite la distancia era muy cercana para su rifle
así sacó su Webley y disparó. Y demostró tan buena puntería como con su
Enfield. Dos disparos y alemanes
muertos. Yo buscaba la manera de acercarme a Isco y Ronaldo hacía lo
mismo desde su lado. Pero fue inútil. Cayó una granada junto a él y aunque
intentó arrastrarse para devolverla no llegó y le explotó debajo de la mano. El
brazo salió volando e Isco gritó durante un breve instante antes de morir por
la pérdida de sangre. Eso encorajinó a Keylor que salió de su escondite
gritando y haciendo cantar su Thompson. Pero fue un gesto inútil. Un teniente
alemán apuntó con su Luger y le clavó dos balazos en el corazón. Tampoco pudo
vanagloriarse mucho porque rodé sobre mi hombro por el capó y le descerrajé una
ráfaga en la frente. Me agaché porque la MG42 me buscaba. La cosa se ponía
peliaguda. Menos mal que por el otro lado, mantenían a raya a los alemanes. Me
dejé caer contra el otro semioruga. Pude ver que no podían utilizar el bazooka
porque estaba destrozado por varios impactos. Iturraspe tenía dos heridas de
bala en las piernas pero disparaba con los dientes apretados. Sacaba su
Thompson a través de la ventanilla mientras DelaBella y Valverde lo hacían
desde debajo del vehículo. Zubikarai estaba con las piernas flexionadas
tratando de encontrar un respiro y subirse a la ametralladora. Me uní a su
fuego. Por aquel lado no había
trinchera. Los alemanes estaban protegidos por una cerca de piedra de la que
saltaban pedazos de las múltiples balas que recibía. No había ni MG42. Pero sí
panzerfaust, porque se asomó uno por entre las piedras de las cercas. Iturraspe
se la jugó y se metió en la cabina para dispara por la puerta del conductor,
que estaba abierta. Tuvo éxito. En el mismo momento en que el panzerfaust
apuntaba, Iturraspe disparó. Su ráfaga encontró arma y mano. Un grito en alemán
y el panzerfaust que escora hacia abajo y dispara provocando una deflagración
en la misma posición germana. La cerca de piedra saltó en pedazos y ese fue la
pausa que Zubikarai necesitaba. Como un gato se subió, cogió el arma y la
orientó hacia los boches. La verja prácticamente no existía y no había
protección. Los dos primeros giraron sobre sí mismos, al tercero le fragmentó
la cabeza y a un cuarto saltó hacia atrás cuando las balas del calibre 7.92 le
alcanzaron el pecho. Uno intentó huir pero fue Valverde quien lo remató con dos
certeros disparos de su M1. Justo cuando parecía que estábamos a la par sonó un
silbido.
-Mortero!!!!!, Fuera!!!
Fuera!!!!
Salimos corriendo de entre
los semiorugas hacia el lugar donde estaban antes los alemanes. Cuando
echábamos cuerpo a tierra, explotó el 251 y una segunda granada lo envolvió en
llamas. Sonó otro silbido y el proyectil cayó en la parte trasera del tanque. Cristiano
e Iker estaban en apuros. La MG42 no les daba respiro y voló otra granada que
cayó en la torreta y explotó encima del tanque. No veíamos entre el humo a
nuestros compatriotas. Percibí que la MG42 recargaba así que ordené fuego a
discreción y grite a los tanquistas que se acercaran. Si es que estaban vivos.
Eritz se desplazó unos metros para obtener posición de disparo cuando de entre
el humo y las llamas del tanque aparecieron Iker y Cristiano, a toda velocidad
y agarrándose el casco. El humo les protegió porque los alemanes dispararon a
ciegas y no acertaron. Eritz si porque al abrirse un claro, apuntó y sin
dudarlo apretó el gatillo. La bala pasó entre la humareda y se oyó un lamento
en alemán. Blanco conseguido. Otro silbido y granada que cae entre le Sdkfz y
nosotros. Nos agachamos para esquivar la onda expansiva. Otro silbido y el
vehículo que quedaba saltó por los aires. Los próximos seremos nosotros. Veo
que Eritz me alza las cejas y sonrío. Solo hay una cosa que hacer. Me quedan
cinco rangers, dos tanquistas, dos del anticarro, un paracaidista y un
británico. Es la hora de los audaces y valientes. Pregunté a los míos.
-Cual es el lema de los
rangers??
-LOS RANGERS ABREN
CAMINO!!!!!!!!!!
Y tras eso salimos a la
carrera y cargamos contra el enemigo. Tras el estupor inicial, los que no eran
rangers nos siguieron.
- CITA CON EL DESTINO!!!!
Solo oí a Eritz que salió en
pos nuestro. A los demás solo pude escuchar que gritaban pero no distinguí que.
Bastante tenía con lo que había tras el humo de los semiorugas. No veía nada
pero me zambullí en un humo negro, espeso y con fuerte olor a combustible. Salimos
de estampida por el otro lado. Los alemanes acababan de lanzar un proyectil y
preparaban otro. Pero no estaban preparados para los que les vino encima.
Aullando como posesos salimos de la negrura con las armas listas y a la
carrera. Antes de empezar a ver algo ya estaba disparando. Y en cuanto situé a
los del mortero barrí la posición. Iturraspe iba a mi lado y a su izquierda
Valverde, ambos con los M1. Un alemán apoyado en la trinchera recibió dos
balazos en la cara, otro que estaba saliendo, en la cadera y en el hombro. La
MG42 giró y cazó a Zubikarai en el estómago. Este trastabilló, apretó el
gatillo pero no puedo levantar su arma y la bala dio en el suelo. Prieto y
Eritz se ocuparon de la ametralladora. Prieto disparó y le dio al encargado de
recargar en la frente. Sin nadie que aguantase la ristra de balas, la MG42
calló. Antes de que alguien se acercara a ayudar, Eritz saltó y chocó con el
encargado de disparar rodando los dos por el suelo. Un boche disparó y su tiro
me rozó la frente, yo respondí y le metí una bala entre los ojos. Después de
eso no hubo más disparos. No echamos encima de ellos como una avalancha. Con un
poderoso salto caí dentro. Me revolví y golpeé con la culata la cara de un
enemigo. Se oyó el crujido de una mandíbula rompiéndose. De reojo vi un
uniforme de la Wermacht. Con la culata
de nuevo, golpeé en el estómago y cuando se agachó le disparé en la nuca. Con
un velo de sangre en los ojos avancé furioso. Un alemán disparó su MP44
acertando a Vela en el pecho y vientre. Empuñé mi arma y desde la cintura le
envíe una ráfaga. Saltó el cargador vacío. No había tiempo para recargar. Dejé
caer el arma y empuñé mi Knucle. Se lo clavé al que había matado a Vela en la
garganta, de abajo a arriba. Lo empujé compañero suyo que venía detrás. Lo
utilicé de escudo y le rajé el estómago con un fuerte tajo. Abrió la boca y se
miró la herida por donde le salían los intestinos. Le clavé dos veces en el
pecho y cayó. Saqué mi colt y disparé en la frente a uno que venía de un camión
aparcado detrás de la trinchera, entre unos altos setos de bocage. Eritz,
Aitite y yo nos dirigimos hacia allá. El Webley de Aitite mató al conductor
cuando intentaba arrancar el vehículo. Un enemigo bajó por la parte trasera y
fue Eritz quien se encargó de él. Le disparó en las piernas cuando saltaba y
luego lo remató cuando tocó suelo. Siguiendo con la inercia cogí velocidad y me
tiré debajo del camión seguro de que al otro lado había más. Y no me equivoqué.
Di una vuelta en el suelo y salí con el colt hacia arriba. Al primero que me
vio le disparé en la boca. Se desplomó. Moví
mi brazo hacia atrás. Dos disparos en el pecho al que intentaba reaccionar.
Volví a girar sobre mi mismo justo cuando unas balas me buscaban. Apreté el
gatillo y el que me disparaba se encontró con un bala en el ojo. Le disparé
otra vez según caía por si acaso. Me levanté. Cogí una MP44, comprobé la
munición, la amartillé y me fui hacia el fragor del combate. Aparecieron dos
figuras por la parte delantera del camión, levanté el arma y
No hay comentarios:
Publicar un comentario