viernes, 6 de febrero de 2015

EL DESEMBARCO DE NORMANDÍA CON LA INFANTERÍA VII

conseguí apunté. Uno de los alemanes se giró para decir algo y se quedó con la boca abierta y el gesto helado cuando vio que el que estaba en el arma era yo. La tenía preparada y apreté el doble gatillo. La trepidación me hizo polvo el hombro herido. Conseguí estabilizar los disparos. El sorprendido fue el primero en caer. Moví la ráfaga hacia la derecha. Uno en el cuello y cabeza, el siguiente en espalda y cuello. Otro según metía la MP40 en una ventana, le destrocé la mano, el hombro y la nuca. El quinto notó algo raro y quiso defenderse. Lento. Para cuando quiso apuntar, varias balas le menearon como a un pelele, lo empujaron contra la pared y lo hicieron caer. Apunté a los del otro lado. Uno me vio y echó a correr hacia el bosque. Me despreocupé de él porque un disparo de carabina lo abatió en plena carrera. Los tres restantes dudaron y en menos que canta un gallo un bailoteo mortal de balas acabó con ellos. Uno intentó levantarse. Se incorporó sobre la  mano, levantó la vista y apoyó la rodilla. Se le cayó el casco que fue rodando hasta que Eritz lo controló con el pie. El herido consiguió elevar el torso y apoyar la otra rodilla. No esperé más. Un último estertor de la MG y lo mandó unos metros hacia atrás de donde no se levantó. Solo se oía la artillería en combates lejanos. Me bajé del vehículo y entré en la casa llamando a mis hombres. Poco a poco fueron apareciendo aunque habíamos tenido bajas. Llegó Aitite con paso parsimonioso y sin heridas aparentes. Salvo yo, en el hombro, Zubikarai, con un feo corte en la mejilla e Iturraspe, con el tobillo malherido, los demás parecía en buenas condiciones. Mientras Valverde curaba a los herido apareció Iker para comunicar que los del tanque estaban ilesos. Me acerqué los semiorugas y miré a mis hombres, éramos un total de diez mas los del tanque. Nos dividimos en dos grupos y subimos a los Sdkfz. Valverde, DelaBella, Prieto, Zubikarai e Iturraspe en el 250 y Mesi, Xabi, Aitite, Eritz y yo en el 251. Conducía Xabi con Aitite a su lado. Eritz cogió la ametralladora y yo me puse de pie apoyado en la cabina mientras Mesi se sentaba atrás limpiando el bazooka que tan buen servicio nos había dado. Sorteamos los árboles y el bocage y llegamos al Sherman. Alrededor de él, varios cuerpos y un cazacarros destrozado daban fe de otra batalla. Montamos un convoy con el tanque delante, el 250 detrás y nuestro 251 en retaguardia. Salimos del bocage y avanzamos por un camino de tierra acercándonos a unas pequeñas colinas. Îbamos con cuidado y mil ojos. Estábamos en territorio comanche. Un lugar donde el instinto te aconseja dar la vuelta, donde los caminos están desiertos y las casas chamuscadas. Donde siempre parece a punto de anochecer y caminas sigiloso, hablando en voz baja, hacia los disparos que se oyen a lo lejos y aunque no ves a nadie, sabes que te están mirando. Donde no ves los fusiles pero ellos te ven a ti. Los nervios en tensión. Y súbitamente el caos. El tanque pisó una mina, pegó un bote y cayó ladeado porque le destrozó la oruga. Y a continuación disparos desde todos los lados. Eritz giró la ametralladora y lanzó plomo sobre la derecha, lo que aprovechamos para bajar y resguardarnos. DelaBella puso el otro Sdkfz en paralelo y nos procuró un cobijo. Eritz mantuvo el fuego y yo utilicé mi Thompson mientras Aitite y Mesi preparaban sus armas. Salí y disparé. No acerté a nadie pero me sirvió para comprobar que había alemanes en una trinchera. Asomé por el otro lado. Detrás de un pequeño montículo bocas de cañón de MP40 escupían fuego. Estábamos en un apuro. Me tumbé debajo del Sdkfz y vislumbré cascos dentro de su trinchera. Lancé una ráfaga a ras de suelo y varios cascos saltaron por los aires. Me asomé por la parte delantera del semioruga. Del Sherman salían los tanquistas. Ronaldo el primero, disparó su M3 y se quitó de la línea de fuego. Luego saltó Benzema seguido de Isco. A estos dos, los cazó una MG42. A Isco en las rodillas y a Benzema en la cadera y estómago. Disparé para cubrir a Iker y a Keylor, que no habían salido. El que sujetaba las balas fue alcanzado en hombro y cuello y bajó resbalando a la trinchera lleno de sangre. Sin él, la ametralladora paró un instante que aprovecharon los dos tanquistas que faltaban. Saltaron y se unieron al capitán Ronaldo. Desde allí abrieron fuego en sentido oblicuo. Isco chillaba en el suelo pero era muy expuesto ir en su busca. Para Aitite la distancia era muy cercana para su rifle así sacó su Webley y disparó. Y demostró tan buena puntería como con su Enfield. Dos disparos y alemanes  muertos. Yo buscaba la manera de acercarme a Isco y Ronaldo hacía lo mismo desde su lado. Pero fue inútil. Cayó una granada junto a él y aunque intentó arrastrarse para devolverla no llegó y le explotó debajo de la mano. El brazo salió volando e Isco gritó durante un breve instante antes de morir por la pérdida de sangre. Eso encorajinó a Keylor que salió de su escondite gritando y haciendo cantar su Thompson. Pero fue un gesto inútil. Un teniente alemán apuntó con su Luger y le clavó dos balazos en el corazón. Tampoco pudo vanagloriarse mucho porque rodé sobre mi hombro por el capó y le descerrajé una ráfaga en la frente. Me agaché porque la MG42 me buscaba. La cosa se ponía peliaguda. Menos mal que por el otro lado, mantenían a raya a los alemanes. Me dejé caer contra el otro semioruga. Pude ver que no podían utilizar el bazooka porque estaba destrozado por varios impactos. Iturraspe tenía dos heridas de bala en las piernas pero disparaba con los dientes apretados. Sacaba su Thompson a través de la ventanilla mientras DelaBella y Valverde lo hacían desde debajo del vehículo. Zubikarai estaba con las piernas flexionadas tratando de encontrar un respiro y subirse a la ametralladora. Me uní a su fuego. Por aquel  lado no había trinchera. Los alemanes estaban protegidos por una cerca de piedra de la que saltaban pedazos de las múltiples balas que recibía. No había ni MG42. Pero sí panzerfaust, porque se asomó uno por entre las piedras de las cercas. Iturraspe se la jugó y se metió en la cabina para dispara por la puerta del conductor, que estaba abierta. Tuvo éxito. En el mismo momento en que el panzerfaust apuntaba, Iturraspe disparó. Su ráfaga encontró arma y mano. Un grito en alemán y el panzerfaust que escora hacia abajo y dispara provocando una deflagración en la misma posición germana. La cerca de piedra saltó en pedazos y ese fue la pausa que Zubikarai necesitaba. Como un gato se subió, cogió el arma y la orientó hacia los boches. La verja prácticamente no existía y no había protección. Los dos primeros giraron sobre sí mismos, al tercero le fragmentó la cabeza y a un cuarto saltó hacia atrás cuando las balas del calibre 7.92 le alcanzaron el pecho. Uno intentó huir pero fue Valverde quien lo remató con dos certeros disparos de su M1. Justo cuando parecía que estábamos a la par sonó un silbido.
-Mortero!!!!!, Fuera!!! Fuera!!!!
Salimos corriendo de entre los semiorugas hacia el lugar donde estaban antes los alemanes. Cuando echábamos cuerpo a tierra, explotó el 251 y una segunda granada lo envolvió en llamas. Sonó otro silbido y el proyectil cayó en la parte trasera del tanque. Cristiano e Iker estaban en apuros. La MG42 no les daba respiro y voló otra granada que cayó en la torreta y explotó encima del tanque. No veíamos entre el humo a nuestros compatriotas. Percibí que la MG42 recargaba así que ordené fuego a discreción y grite a los tanquistas que se acercaran. Si es que estaban vivos. Eritz se desplazó unos metros para obtener posición de disparo cuando de entre el humo y las llamas del tanque aparecieron Iker y Cristiano, a toda velocidad y agarrándose el casco. El humo les protegió porque los alemanes dispararon a ciegas y no acertaron. Eritz si porque al abrirse un claro, apuntó y sin dudarlo apretó el gatillo. La bala pasó entre la humareda y se oyó un lamento en alemán. Blanco conseguido. Otro silbido y granada que cae entre le Sdkfz y nosotros. Nos agachamos para esquivar la onda expansiva. Otro silbido y el vehículo que quedaba saltó por los aires. Los próximos seremos nosotros. Veo que Eritz me alza las cejas y sonrío. Solo hay una cosa que hacer. Me quedan cinco rangers, dos tanquistas, dos del anticarro, un paracaidista y un británico. Es la hora de los audaces y valientes. Pregunté a los míos.
-Cual es el lema de los rangers??
-LOS RANGERS ABREN CAMINO!!!!!!!!!!
Y tras eso salimos a la carrera y cargamos contra el enemigo. Tras el estupor inicial, los que no eran rangers nos siguieron.
- CITA CON EL DESTINO!!!!

Solo oí a Eritz que salió en pos nuestro. A los demás solo pude escuchar que gritaban pero no distinguí que. Bastante tenía con lo que había tras el humo de los semiorugas. No veía nada pero me zambullí en un humo negro, espeso y con fuerte olor a combustible. Salimos de estampida por el otro lado. Los alemanes acababan de lanzar un proyectil y preparaban otro. Pero no estaban preparados para los que les vino encima. Aullando como posesos salimos de la negrura con las armas listas y a la carrera. Antes de empezar a ver algo ya estaba disparando. Y en cuanto situé a los del mortero barrí la posición. Iturraspe iba a mi lado y a su izquierda Valverde, ambos con los M1. Un alemán apoyado en la trinchera recibió dos balazos en la cara, otro que estaba saliendo, en la cadera y en el hombro. La MG42 giró y cazó a Zubikarai en el estómago. Este trastabilló, apretó el gatillo pero no puedo levantar su arma y la bala dio en el suelo. Prieto y Eritz se ocuparon de la ametralladora. Prieto disparó y le dio al encargado de recargar en la frente. Sin nadie que aguantase la ristra de balas, la MG42 calló. Antes de que alguien se acercara a ayudar, Eritz saltó y chocó con el encargado de disparar rodando los dos por el suelo. Un boche disparó y su tiro me rozó la frente, yo respondí y le metí una bala entre los ojos. Después de eso no hubo más disparos. No echamos encima de ellos como una avalancha. Con un poderoso salto caí dentro. Me revolví y golpeé con la culata la cara de un enemigo. Se oyó el crujido de una mandíbula rompiéndose. De reojo vi un uniforme de la Wermacht.  Con la culata de nuevo, golpeé en el estómago y cuando se agachó le disparé en la nuca. Con un velo de sangre en los ojos avancé furioso. Un alemán disparó su MP44 acertando a Vela en el pecho y vientre. Empuñé mi arma y desde la cintura le envíe una ráfaga. Saltó el cargador vacío. No había tiempo para recargar. Dejé caer el arma y empuñé mi Knucle. Se lo clavé al que había matado a Vela en la garganta, de abajo a arriba. Lo empujé compañero suyo que venía detrás. Lo utilicé de escudo y le rajé el estómago con un fuerte tajo. Abrió la boca y se miró la herida por donde le salían los intestinos. Le clavé dos veces en el pecho y cayó. Saqué mi colt y disparé en la frente a uno que venía de un camión aparcado detrás de la trinchera, entre unos altos setos de bocage. Eritz, Aitite y yo nos dirigimos hacia allá. El Webley de Aitite mató al conductor cuando intentaba arrancar el vehículo. Un enemigo bajó por la parte trasera y fue Eritz quien se encargó de él. Le disparó en las piernas cuando saltaba y luego lo remató cuando tocó suelo. Siguiendo con la inercia cogí velocidad y me tiré debajo del camión seguro de que al otro lado había más. Y no me equivoqué. Di una vuelta en el suelo y salí con el colt hacia arriba. Al primero que me vio le disparé en la boca.  Se desplomó. Moví mi brazo hacia atrás. Dos disparos en el pecho al que intentaba reaccionar. Volví a girar sobre mi mismo justo cuando unas balas me buscaban. Apreté el gatillo y el que me disparaba se encontró con un bala en el ojo. Le disparé otra vez según caía por si acaso. Me levanté. Cogí una MP44, comprobé la munición, la amartillé y me fui hacia el fragor del combate. Aparecieron dos figuras por la parte delantera del camión, levanté el arma y

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